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Hijos de Dios (Cap. 7)



Sn. Juan 1:12-13 – “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”-

Aquí nos muestra de una manera tan clara quiénes son los hijos de Dios realmente. Aunque todos los hombres y mujeres del mundo sean creación de él, no todos son sus hijos, a menos que acepten, reciban y crean al Señor Jesús.

Esto también muchas veces se refiere al interior de los miembros de la congregación. Por ejemplo: yo por mi propia cuenta puedo decir a las personas ajenas a la iglesia que soy cristiano, incluso asistir a la misma, puede que ningún domingo falte o que asista con puntualidad los demás días de servicio; más sin embargo, yo puedo pasarme años y años diciéndolo a los demás, pero, me gusta más consultar mi perfil de Facebook, que poner atención a la predicación, me gusta más llevar mi revista favorita y leerla en lugar de leer la biblia, me gusta más platicar dentro de la congregación, en vez de guardar silencio para que los demás escuchen, o que me es más fácil salirme del templo antes de que inicie la predicación porque soy del grupo de alabanza y yo solo me dedico a tocar, cantar o ambas. Esto sólo es dentro de la congregación, afuera de ella es donde realmente está el reto.



Si las personas saben que soy “cristiano” y los días viernes pongo música antimoral ¿qué ejemplo doy a esas personas?, si digo malas palabras, si critico a los demás por su apariencia, su forma de pensar, si no los tolero, etc. No solo de palabras debemos decir que somos cristianos hijos de Dios, sino con los hechos, que realmente expresemos corporal, mental y espiritualmente lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, sino seremos como dice en: – Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí”-

Los hijos de Dios no son nacidos de nadie terrenal, ni por las acciones de los padres cristianos que uno tenga (Voluntad de varón). La salvación es un nuevo nacimiento sobrenatural que solo puede ser efectuado por Dios. Sin embargo, nadie de nosotros somos dignos de ser llamados hijos de Dios, ya que como buen Padre que es, hemos claudicado en contra de su bondad y misericordia que tenemos de su parte. Nos ha dado la autoridad sobre el mundo de ser llamados sus hijos. Los que no somos de la tierra de Israel, somos adoptados por él a través de la fe.


No con esto quiero decir que somos mejores que los demás, o que por eso crearemos dentro de nuestra mente un ego de superioridad sobre las otras personas que tristemente no han conocido la verdad del Padre. Al contrario, somos peores que los otros; ya que, conociendo la verdad y el mandato de Dios, muchas veces no obedecemos a lo que él nos dice. Nosotros como hijos del que dio su vida por amor en una cruz, debemos reflejar al mundo, a las personas, está grande acción de Dios con todos los que nos rodean. No tan solamente con los que le conocen, sino con aquellos que están oprimidos bajo la influencia del pecado, las angustias, el miedo, la tristeza y el dolor. Con nuestros enemigos y con aquellos que nos desean el mal.


Sn. Mateo 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

Sn. Mateo 5:46 –“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? […]-

Sn. Mateo 5:47 –“Y si saludáis a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? […]”-

No debemos juzgar a nadie ya que nadie nos ha dado esa autoridad sobre los demás. Si fuera así, nos convertiríamos en unos religiosos fanáticos más dentro del mundo.


Sn. Mateo 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados.

Esa es la gran y única diferencia, si Dios habita en nuestro ser, y como Dios es amor (1ª Juan 4:8), reflejamos el amor que un día nos adoptó con todas nuestras faltas y errores, para hacernos nuevos por su gracia y misericordia a través de la fe en Jesús.

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© 2019 Aliento de Vida // By Leví Vázquez

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