Este mundo no es mi hogar (Cap. 10)

Juan 15:19 “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”

En este mundo jamás tendremos paz, no seremos nunca bienvenidos y bien vistos como hijos del altísimo, todo será al contrario en nuestro entorno donde nos desempeñemos, pero eh ahí lo más maravilloso de servir a Dios, que este mundo sucio y retorcido jamás podrá otorgarnos lo que Dios nos ha dado, una vida llena de paz, gozo y plenitud; y la certeza de que algún día habitaremos con él en la eternidad.

Este texto tan conocido nos da una ubicación especial dentro del panorama de Dios en nuestras vidas, él nos dice claramente que, si fuéramos del mundo, el mundo nos amaría, nos abriría las puertas y los brazos a una bienvenida, pero es lo contrario porque no somos de este mundo, sino que desde mucho antes él nos escogió de este mundo para llevar a cabo la gran comisión, y por esta razón es por la cual el mundo nos aborrece, nos odia.

Aunque el mundo hable y exclame a grandes voces: ¡Equidad, respeto, tolerancia!, eso nunca ha sido cierto, actualmente en nuestros tiempos, ser cristiano es causa de discriminación y falta de tolerancia; incluso de muerte y persecución en algunos países como China y Corea, y nos preguntamos ¿PORQUÉ?, la respuesta es muy simple, este mundo no es nuestro hogar.

Me pongo a pensar acerca del Señor Jesús durante su estancia aquí en la tierra. Él no fue una excepción de los malos comentarios y condenaciones de la gente:

“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” Juan 1:11

Los fariseos y quienes con ellos estaban, mintieron contra Jesús en varias ocasiones, diciendo que él echaba fuera a los demonios por Belcebú y diciendo blasfemias en contra suya. Jesús sabía que su reino u hogar no era este mundo:

“Mi reino no es de este mundo […]” Juan 18:36

Así también nosotros debemos decir, nuestro hogar y lugar de recompensa no es este mundo, sino más allá del espacio y del tiempo mismo, donde hay gozo y paz eternos, donde habita el Rey de reyes y Señor de señores, Jesús el Rey de Gloria. ¡Amén!

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”   1ª Juan 3:1